Iniciativas FUNAFU

Protección de paisajes y lugares de especial riqueza natural o cultural

La Argentina cuenta con notables paisajes naturales que, protegidos correctamente, pueden ser el motor para el desarrollo sostenible de comunidades locales. Sin embargo, la actual crisis económica ha puesto gran presión en funcionarios gubernamentales para aprobar actividades económicas que pueden amenazar, en el largo plazo, el uso sostenible y la protección de estos tesoros naturales.

Un superficial sistema de decisiones vinculado al desarrollo de proyectos de explotación de recursos naturales o de gran infraestructura alrededor de diversos paisajes y lugares de especial riqueza natural o valor cultural en la Argentina amenazan con destruir definitivamente estos recursos únicos. Por ejemplo:

En la Patagonia se ha planteado la posibilidad de explotar una mina de oro situada a siete kilómetros de la bella ciudad de Esquel, en la provincia del Chubut. Una de las principales preocupaciones de los habitantes de esa ciudad y de muchos otros argentinos, que conocen el valor del milenario ecosistema donde se radicaría el emprendimiento, recae en los aspectos ambientales. Desde ese punto de vista, la utilización de varias toneladas de cianuro diarias para la extracción del mineral significa un alto riesgo para toda la zona. Ello es agravado por el hecho de que el material podría ingresar a través de las cristalinas aguas del golfo Nuevo, en Puerto Madryn, poniendo en peligro la frágil riqueza natural de la península Valdés. Otra de las preocupaciones de índole ambiental radica en la desmesurada utilización de agua, propia de la actividad, que alcanzaría unos 1500 metros cúbicos diarios, volumen equivalente al utilizado por una ciudad de 6000 habitantes, cifra significativa si se tiene en cuenta que en la Patagonia se trata de un recurso precioso y que, asimismo, en el mundo entero el agua potable se está convirtiendo progresivamente en un recurso especialmente escaso.
Existía un proyecto para construir a lo largo de la Quebrada de Humahuaca, una línea de alta tensión (125 columnas metálicas de 22 metros de altura) que llegaría hasta La Quiaca, fracturando la belleza natural de los coloridos cerros. La propuesta no se justificaba desde el punto de vista técnico-económico